El cine, el gran arte que nació a finales del siglo XIX con sus manifestaciones más rudimentarias como las que crearon los hermanos Lumière, inventores del cinematógrafo, ha alcanzado en la actualidad niveles de popularidad y difusión masivos y en consecuencia, es un instrumento también de masiva influencia en la sociedad, a través de la transmisión de los mensajes y valores que subyacen en las historias que traslada a la gran pantalla.
Desde sus orígenes, el cine ha tenido una función de establecer modelos de actitudes y estilos de vida, como un espejo en el que los espectadores pueden mirarse para decidir sus modelos y pautas de comportamiento. Por eso las películas cinematográficas tienen una gran influencia en la percepción de la realidad de la sociedad, entendiendo por sociedad el conjunto de personas sometidas a esa influencia.
La influencia del cine no afecta únicamente las modas y costumbres, sino que puede llegar a influenciar la perspectiva de las personas en asuntos políticos o económicos. Por ello, considerando la gran influencia que tiene el cine en el pensamiento y las tendencias de una sociedad, es una reflexión importante y necesaria en estos momentos el darnos cuenta de cómo el cine podría ser un instrumento para ayudar a las personas a ser mejores, promoviendo y sugiriendo valores positivos y estilos de vida sanos y saludables. En parte y en ocasiones, el cine ya hace esto, pero no tanto como podría hacerlo para crear un impacto positivo más efectivo en la sociedad.
En realidad lo que se puede observar de forma más común es la proliferación de cine con altos contenidos de violencia y sexualidad. Junto a ello el uso de un lenguaje vulgar o inadecuado también es característico de muchas películas. Todos estos elementos se utilizan por supuesto con fines comerciales, al final el cine es un negocio que mueve en la actualidad muchísimo dinero.
Y quizás sea este uno de los aspectos claves del problema, entendiendo por problema la influencia negativa que el cine puede tener, especialmente en la juventud, muy propensa a dejarse guiar por los modelos que impone Hollywood.
Es aquí donde puede ser interesante abrirnos a una reflexión más amplia e incluso antropológica de cómo utilizar mejor el potencial de este extraordinario arte (algo que nadie pone en duda) para fomentar una sociedad mejor, una sociedad en la que se cultiven valores como la no-violencia, la empatía, la solidaridad y la cooperación.
Este artículo ofrece una reflexión sobre algo que, cada vez más, es una cuestión que afecta de modo vital a la sociedad, el propagar a través del arte cinematográfico modelos, sistemas y costumbres que faciliten la resolución de los diversos conflictos presentes en la sociedad: el sexismo, la violencia, el racismo y la intolerancia, por citar sólo algunos de ellos.